El pan, el vino y el queso han estado siempre unidos. Su historia se remonta a la antigüedad. Juntos son una alimentación completa, ya que reúnen entre sí los carbohidratos, proteínas, vitaminas y grasas indispensables para conservar una buena salud.
Bajo estos criterios, se debe que los egipcios utilizaban el vino desde tiempos muy antiguos. Hay evidencia de esto en pinturas y relieves prehistóricos.
Según las sagradas escrituras, Noé descubrió el vino a partir de la fermentación del jugo de uva.
Los quesos, por su parte, se inician cuando los hombres domestican a los animales. Se recuerdan las antiguas recetas romanas como el “moretum”, que se preparaba a base de queso, perejil y ruda. Los primeros panes, a partir de semillas molidas, se cocían sobre planchas calientes, pero resultaban duros y difíciles de comer.
Parece que en Egipto fue donde se descubrió la fermentación del pan y donde empezó a cocerse al horno.
Generalmente, las personas están de acuerdo en que los quesos combinan a la perfección con el vino, principalmente con el tinto. La enorme variedad de quesos y sus peculiaridades, lo mismo que el pan, impiden establecer una regla fija para su colocación dentro de una comida. Casi siempre se toman a la francesa, es decir antes de la fruta y los postres dulces.
Sin embargo, esta costumbre es relativamente moderna. En los banquetes de la antigua Francia se acostumbraban a servir los quesos después de la fruta se sostenía que, después de la frescura de los frutos, se apreciaba mucho más la calidad del queso.
Aunque ahora, vino, queso y pan se combina antes de las comidas de fondo, el verdadero lugar de los quesos es inmediatamente después del asado y sus guarniciones. Ello permite comerlos con el mismo vino tinto, aunque también puede acompañarse de otro vino apropiado.
4 comentarios en «Pan, vino y queso, una sociedad perfecta»
gracias no sabia la procedencia del vino y todo esto
muy bonito todos tus escritos
muy ameno !!!
Gracias Erika
como dijo San martin: recuerda ese cuento con los animalitos?
😉
“Y comieron de un mismo plato: perro, pericote y ga
to»
Cuentan que nacieron el mismo día en el convento de
fray Martín un perro y un
gato, a los que las madres parecían no poder alimen
tar por pasar ellas mismas
hambre. Viéndolo el monje, decidió ponerles diariam
ente un plato de leche a los
cachorros, y mientras comían, fray Martín les dijo:
“coman y callen y no rían”.
Según parece, los animalitos le obedecieron, hasta
que un día apareció por allí un
ratón que intentó comer del mismo plato con el cons
iguiente revuelo.
Se dió cuenta fray Martín, y le dijo al ratoncillo:
“Hermano, no inquiete a los
chiquillos, y si quiere comer, meta gorra y coma, y
después váyase con Dios”. Y así
lo hizo sin inquietarse más ni el ratón, ni el gato
ni el perrillo, comiendo todos
tranquilos. De ahí el refrán limeño del título.