El contraste entre lo que se muestra y lo que se vive
Un día cualquiera, mientras comía arroz con huevo frente a la pantalla del celular, me topé con una historia de Instagram. Una chica en Tulum, haciendo yoga al amanecer, frase inspiradora incluida:
«Despertando mi energía solar en conexión con el todo. #Gratitud #Bendecida».
Yo, con la camiseta manchada y el gas a punto de acabarse, pensé: ¿de verdad alguien vive así todos los días?
Esa escena tan común despertó una pregunta que probablemente todos nos hemos hecho alguna vez:
¿Quiénes somos en redes sociales y quiénes somos cuando nadie nos ve?
¿Qué es la identidad idealizada en redes sociales?
La versión mejorada de nosotros mismos
En redes sociales no mostramos quiénes somos, sino quiénes queremos ser… o peor, quiénes creemos que deberíamos ser.
Publicamos la foto del brunch saludable, pero no la de la cena con pan y té. Compartimos logros, pero omitimos las derrotas. Somos una especie de «yo 2.0», pulido y filtrado.
Esa versión no es completamente falsa, pero tampoco completamente real. Es una construcción, una imagen curada para un público que también está curando su propia imagen.
¿Por qué construimos una imagen idealizada?
1. La necesidad de validación
Desde niños buscamos aprobación. En redes, esa necesidad se traduce en likes, comentarios y seguidores. La validación externa se convierte en una especie de combustible emocional.
2. La presión de estar siempre bien
Vivimos en una cultura donde mostrar debilidad no está de moda. La positividad extrema se ha vuelto casi obligatoria, y compartir una emoción negativa puede sentirse como romper las reglas del juego digital.
3. El miedo a ser olvidados
Las redes funcionan rápido. Si no publicas, desapareces. Y en ese miedo a ser irrelevantes, muchos prefieren compartir algo «bonito» antes que no compartir nada.
El costo emocional de fingir
La desconexión con uno mismo
Sostener una imagen falsa cansa. Cuando uno pasa demasiado tiempo actuando, se olvida del guion original. Y lo peor: puede dejar de reconocerse.
Esa desconexión genera ansiedad, frustración y una profunda sensación de vacío. Porque por dentro sabes que lo que los demás aplauden… no eres tú.
La comparación constante
Ver vidas perfectas en redes —aunque sepamos que no son 100% reales— nos afecta. Nos comparamos, nos sentimos menos, creemos que vamos tarde o que nuestra vida no está a la altura.
Y lo más doloroso es que muchas veces, lo que admiramos ni siquiera existe como lo imaginamos.
¿Cómo volver a lo auténtico?
No se trata de dejar de compartir
Mostrar cosas lindas no está mal. El problema aparece cuando solo mostramos eso. La autenticidad no significa exponer todo, sino mostrar también lo humano: los errores, los intentos, los días comunes.
Podemos subir una foto bonita y también contar que nos costó llegar a ese momento. Podemos hablar de nuestros logros sin dejar fuera el esfuerzo, las dudas o las caídas.
Reconecta con tu voz
Pregúntate:
- ¿Esto lo estoy publicando porque quiero o porque siento que debo?
- ¿Estoy mostrando una parte de mí o estoy disfrazándome para encajar?
Volver a tu voz es un ejercicio de honestidad y libertad. Y sí, requiere valentía. Pero vale la pena.
¿Quién eres cuando nadie te está mirando?
Esa es la verdadera medida de autenticidad. Porque cuando no hay cámara, ni likes, ni historias de 15 segundos… ¿quién queda?
Si la respuesta te incomoda, no estás solo. Todos, en algún momento, nos hemos perdido en el personaje. Pero también todos tenemos la capacidad de volver a nosotros.
Conclusión: La belleza de lo real
Las redes sociales no son el problema. Lo que puede hacernos daño es olvidar que lo que vemos no es toda la historia, y que nosotros también somos más que lo que mostramos.
No necesitas ser perfecto, ni impresionante, ni exitoso las 24 horas. Solo necesitas ser tú.
Con días buenos, con días malos. Con arroz con huevo y, si se da, con yoga en la playa.
Porque al final del día, lo que más conecta, lo que más sana y lo que más permanece… es la verdad.
¿Te sentiste identificado con este artículo?
Déjame tus comentarios o compártelo con alguien que también se haya cansado de fingir.
1 comentario en «¿Quién eres tú en redes? Spoiler: no eres tan yogui, ni tan zen, ni tan feliz.»
É verdade que dizem que as mídias sociais danificam seus neurônios.