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De la magia a la medicina actual

Antes de confrontar al paciente con el médico puede resultarnos útil echar una mirada atrás, no con el fin de hacer historia de la medicina, sino para descubrir, a través del pasado, la inalterable relación existente entre el ser que sufre y aquél a quien éste se dirige con el propósito de aliviar su inquietud y lograr la curación de sus males.

El enfermo necesita creer en el médico. Su fe puede tener origen en un pensamiento mítico, como en el caso de los pueblos primitivos, o bien puede ser el resultado de una confianza que nace espontáneamente ante la actitud y el comportamiento del médico. O incluso puede presentarse como vestigio de una antigua creencia, según la cual la medicina estaría emparentada con la magia. Numerosas personas recurren aún a curanderos, brujos o chamanes, a los que atribuyen un poder sobrenatural para efectuar curaciones.

Para los antiguos todo era portentoso. La imaginación del hombre, ese animal místico, como Emilio faguet  lo llamó, daba vida al todopoderoso mundo de los dioses, quienes se encargaban de dispensar tanto la enfermedad y la muerte como la curación y la salud. La antigüedad pagana  nos ha dejado la descripción de ceremonias destinadas a devolver la salud a los enfermos, en especial de aquellas que tenían lugar en el más célebre de los templos: el de Asclepión, en Epidauro.

Gracias a procedimientos sumamente ingeniosos, las puertas de ese templo se abrían por sí mismas, como movidas por una fuerza oculta, al mismo tiempo que se dejaba oír, un estrepitoso toque de trompetas. Una llama sagrada, que era alimentada por el mismo Dios, ardía constantemente en el interior del templo. Esta simulación de una presencia sobrenatural resultaba necesaria para causar sorpresa entre los fieles y aumentar su emoción. La estatua del dios se hallaba sobre el altar, iluminada, y ante ella estaban los sacerdotes médicos, llamados hierofantes, cantando himnos en medio de un suntuoso decorado.

Puede imaginarse el intenso efecto mágico que esta representación ejercía en la imaginación de los aún no iniciados. Por la tarde los peregrinos eran invitados por el zacoro (jefe de celebrantes) a trasladarse a oscuras salas en las que debían pasar toda la noche. Se creía que el dios, por medio de sueños, les hacía llegar las directrices que debían seguir.

Por otra parte, los hierofantes no se limitaban a infundir valor al paciente o a interpretar sus sueños; también prescribían los tratamientos higiénicos o curativos que dictaban los dioses.

En ciertos casos era el mismo dios quien se comunicaba directamente con el enfermo. El celebrante se introducía astutamente en una cavidad interior de la estatua, y desde allí enunciaba las órdenes, tanto más eficaces cuanto que el enfermo-en virtud de la preparación a la que había sido sometido-ofrecía la mayor receptividad posible. De ese modo se conseguían numerosas curaciones, tal como lo atestiguan los múltiples exvotos hallados en las ruinas de los templos.

Estos sacerdotes curanderos-que fueron los primeros médicos-supieron utilizar hábilmente el poder que lo moral ejerce sobre la enfermedad.

¿No son éstos los primeros esbozos de la medicina psicosomática?

3 comentarios en «De la magia a la medicina actual»

  1. Hasta donde te has remontado para descubrir la dependencia que en muchos casos existen lamentablemente hoy en la actualidad…. hallazgo propio de una persona que ama y ejerce su profesión como muy pocas…
    Gracias por todo lo que transmites…en especial por tu sabiduría en analizar cada situación con la simpleza y equilibrio correspondiente….digna de admiración

    Tu eres mi persona favorita

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