Animales Sacrificados……

No está en ley ni es correcto que los animales mueran para ser comidos, pues no nacieron con ese propósito, ya que son hermanos menores a quienes se debe cuidar y proteger. Ellos están al lado de sus amos, comparten el mismo mundo para aprender por medio del ejemplo y de la común convivencia.

Tampoco los humanos nacieron para ser carnívoros, pues su constitución es herbívora por lo largo del tubo digestivo. Los dientes caninos surgieron después del proceso de adaptación a la costumbre de comer carne. Ese hábito malsano envenena la sangre, deteriora y adormece el delicado mecanismo del cerebro. Los tóxicos procedentes de cadáveres en putrefacción causan también enfermedades; pero hay un motivo de bondad y respeto que debe impedir esa crueldad o, al menos, no colaborar con ella. Tanto vale una vida humana a los ojos del Altísimo, como la de un animal cualquiera. No hay diferencia alguna, de vida a vida, por más que esta afirmación parezca absurda.

Hay otra razón: El terror que los animales sienten al percibir que van a ser sacrificados es una emoción muy fuerte y negativa que se transmite a quienes comen carne, a través de la circulación sanguínea y eso causa posibles enfermedades en el transcurrir del tiempo. También sucede que viven dentro del animal microorganismos no compatibles con el cuerpo humano y, al comer carne, pasan a las personas.

¿Mataría usted a un hijo suyo para comérselo? Esta pregunta parece un disparate; pero cabe la comparación porque los animales son como hijos indefensos a merced de cualquier violencia y maltrato, lo cual no puede quedar impune.

La gente comedora de carne lo hace porque no ve a las víctimas en el cruento sacrificio, no percibe la sangre, los golpes brutales ni los gritos desgarrados con que los animales piden auxilio; aunque nadie los escuche. Todo ello genera un karma colectivo más o menos grave, según sea la culpa. Un karma pasivo de colaboración y otro activo de agresión.

Los animales son hijos de Dios igual que las personas, criaturas desvalidas que ni siquiera pueden hablar con nosotros para quejarse o transmitirnos su dolor. De ninguna manera, pueden ser catalogados como “recursos naturales” para beneficio del comercio. Porque tienen un nivel evolutivo menor y están a nuestro lado para ver, observar y aprender, principalmente los animales domésticos que nos acompañan en la vida familiar..

Según el ejemplo viviente que les den los humanos y también por la forma del trato, los animales reaccionarán, se inclinarán hacia las especies dañinas o bondadosas. La diferencia entre una paloma y un lobo está en eso precisamente. Gran responsabilidad tienen, con respecto al ejemplo viviente, quienes se hacen cargo de animales domésticos. Se formará una atadura, un lazo de amor que perdura por mucho tiempo; además, el animal imitará el ejemplo, bueno o malo, de su amo o cuidador y ahí está la responsabilidad en el trato.

Costumbre muy dañina es enfrentar a unos animales contra otros en sangrientas peleas para divertir, montar un espectáculo con objeto de ganar dinero; por ejemplo: las peleas de gallos.

Con respecto a las corridas de toros, esa diversión de violenta brutalidad debiera estar suprimida. Ver como un noble y hermoso animal es martirizado en el ruedo ante la jauría de gritos de un público exaltado, es algo demasiado salvaje y primitivo. En un pueblo de España llamado pamplona, sueltan toros por las calles que son inofensivos porque se les ha limado los cuernos. La multitud los persigue y, por diversión, los derriban al suelo agarrándolos por el rabo, lo cual es motivo de mucho regocijo.

La burla y humillación a los animales se paga y muy caro “karma señores”. Es lo mismo que cuando se hace esto a las personas, no importando que tenga esa diversión demencial y grotesca en la que brota la crueldad de los bajos instintos disfrazados. Si no te gustan los animales, no te acerques a ellos, pero tampoco les hagas daño”.