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Si quieres tener hijos, debes prepararte para ese futuro….

Quienes quieren descendencia, tener niños, deben irse preparando a nivel familiar para ser los pilares firmes de nuevas estructuras. Hay que cambiar viejos hábitos, hacer conciencia de valores distintos, aceptarlos y realizarlos. Estas son las sencillas bases estructurales de la familia.

Los padres no deben ser autócratas, dominantes y dictadores domésticos que impongan su voluntad con recia disciplina para que se cumplan sus deseos y se sigan sus reglas. Han de saber que los hijos no les pertenecen ni son de su propiedad, sino seres independientes que están bajo su cuidado y protección. Los conducirán con amor y firmeza hacia lo correcto, no tolerando sus caprichos ni imponiéndole sus ideas y criterios.

Generalmente, la paternidad se entiende como una copia o extensión de uno mismo. Por ello, el hijo tiene a veces el mismo nombre del padre (por más que éste sea horrible) incluso en diminutivo. Por ejemplo: Juancito es el hijo de Juan Padre y pedrito de, Pedro. Estos nombres obedecen a un sentido posesivo muy sutil. Se refleja en el común lenguaje: Lo mío y lo tuyo, mi hijo, mi familia, mi casa, mi televisor, mi silla, mi carro: ¡Todo es lo mío! Pero sepan que no hay nada tuyo ni mío en realidad, ya que los seres humanos son sólo cuidadores de lo que tienen hasta que les llegue la muerte. Todo objeto que se posee para el propio disfrute, aunque lo hayan comprado con dinero, no es de nadie realmente, porque la materia de la cual está formado vuelve siempre a la sustancia universal de donde salió y además, nadie puede llevarse al morir ninguna de sus posesiones o riquezas. Desnudos nacen los seres y así mismo se van.

Por todo ello, el afán posesivo debe ser erradicado. Los hijos no son posesión de los padres ni una continuación o copia de ellos mismos. Necesitan respeto a sus gustos, inclinaciones y deseos. Deben ser corregidos con firmeza; pero no castigados violentamente, injuriados ni atropellados. No les exigirán ciega obediencia y sumisión; pero sí, orden, disciplina y respeto a la autoridad que los padres representan.

Lamentablemente existe la paternidad irresponsable; y por lo tanto, niños abandonados, delincuentes, pandillas callejeras, consumo de drogas, de alcohol, niños que han adquirido el vicio de fumar, eso es inevitable erradicar, sería acabar con el mundo. Pero llegará un día en que nacerá una sociedad regenerada con altos valores morales.

La madre no debe ser una esclava sumisa que sólo se ocupa de las tareas domésticas ni tampoco un objeto de placer, tiene inteligencia, capacidades que ha de cultivar. Ella necesita autonomía y apoyo. Ambos han de compartir por igual la educación de los hijos que están a su cuidado, proceder con amor, firmeza y compromiso. Deberán alejar el egoísmo posesivo de lo mío y lo tuyo pues, en ese tiempo, ya no habrá ataduras que encadenen. Dejarán que los hijos crezcan bajo su amorosa vigilancia, estimulando las buenas cualidades que ellos traigan y corrigiendo las malas tendencias.

Enseñar por medio del ejemplo resulta muy importante, no con palabras y normas estrictas. La fuerza del propio ejemplo es formidable: Ser ellos mismos; lo que enseñan. La responsabilidad para afrontar sus obligaciones como padres será fundamental en el sentido de no proveerlos tan sólo a nivel material de comida, vestido, vivienda, juguetes y caprichos sino darles buenos principios o bases morales, ocuparse de su educación escolar en cuanto a bien canalizarla y no dejar a los niños a la deriva. Padre y madre han de unirse en armonía para compartir la crianza de los niños y que esto no recaiga sobre uno de ellos, porque causaría mucho daño en estos pequeños inocentes.

Tener hijo implica mucha seriedad, hay que elegir bien a la pareja, tomarse su tiempo, planificar la familia y no tener hijos por casualidad ni por accidente pues es una gran irresponsabilidad que inocentes pagan, heridas difíciles de cicatrizar.. pues la falta de uno de ellos, es como la falta de un órgano vital para vivir.

En la educación del hogar, no olviden la parte espiritual generalmente muy abandonada. Enseñen a sus hijos a orar, a bendecir, y dar gracias por el alimento recibido y hacer una oración sencilla antes de dormir. Los niños deben ser orientados sobre la reverencia a la vida para que respeten a los animales, las plantas y no tengan hábitos violentos o destructivos. No les regalen juguetes bélicos ni permitan que los usen.

Padres: No se vuelquen tanto hacia el materialismo de la vida actual, el dinero, las posesiones, los negocios, pues eso mismo será absorbido por los niños a través del ejemplo viviente y ocasionará problemas a todos. Un moderado valor material combinado con principios morales, estéticos y sociales, es la clave: Tratar de bien canalizar las inclinaciones artísticas infantiles hacia el baile o la danza, la pintura, la música, los deportes, etc. Dará el equilibrio que los hijos necesitan.

La colaboración en el hogar resulta muy importante. Dejen que los niños participen en las responsabilidades y labores comunes, denles una tarea o varias por cumplir, sencilla, práctica, sin imposición sino por el propio deseo de ellos. También, préstenles atención cuando quieran hablar, contar algo, porque ellos necesitan que los atiendan y escuchen. Nunca recurran a castigos violentos para hacer correcciones: Pegarles con correa y maltratos físicos sólo crea temor, traumas, represión, tendencia a mentir para ocultar los hechos y rebelión reprimida.

«Tengan siempre en cuenta que los niños son joyas amadas, tesoros muy preciados para cuidar, plantas chiquitas que han de ser enderezadas en algunas de sus ramas y horizontes de belleza para los jardineros del amor que deben ser sus padres».

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