Música, Poesía, Bellas Artes y Deporte

Las Bellas Artes son una excelsa forma de elevar las cualidades del ser humano, oportunidad que debe ser bien aprovechada. ¿Cuándo se saca buen provecho de ello? Cuando dejan fluir la natural conexión con la verdadera vocación que esas actividades proporcionan, para la verdadera superación.. ¿Cuándo se mal canalizan? Cuando es algo forzado y no nace del ser divino, entonces no hay alegría, ni belleza y elevación como en el primer caso.

El arte es un desinteresado proceder que sólo busca el bien ajeno, pero no la propia exaltación. Todo entonces fluye normalmente, la inspiración es fácil, rápida, pero cuando el arte tiene como objetivo fundamental, lo económico; se ven deformadas creaciones humanas, hasta monstruosas a veces; aunque sean calificadas como arte. Inexpresivas, dramáticas, raras, estrambóticas y complicadas, llevan el sello de una mediocridad oscura  y ostentosa a tono con los tiempo más actuales, más inclinada a las ganancias personales que a la expresión de la verdadera belleza.

La avanzada tecnología de ahora va desplazando el dominio de algunas artes como, por ejemplo, la pintura. Así como sucedió con el surgimiento de la fotografía a principios del siglo que apagó el arte del retrato pictórico, el paisaje y la realidad exterior, igualmente pasa con las computadoras que todo lo reproducen de manera hermosa y perfecta, por lo cual ya parecieran estar de más los pintores; sin embargo, al ser preferidas las máquinas o equipos técnicos, la creatividad personal se reduce, se va perdiendo. Este es uno de los efectos de la tecnología que renueva, deja atrás lo que ya parece antiguo y mata la interna creatividad.

Con respecto a la música, sucede lo mismo; buena o mala canalización a través de lo divino o personal. Predomina generalmente lo morboso, lo ruidoso o estrepitoso, es lo que más le gusta al populacho, entonces es rentable, se dice. La disonancia hace de las suyas a veces, en ese intento de originalidad desbocada, efectos de luces y colores deslumbrantes en los llamados “conciertos”, donde una multitud expectante participa.

La poesía casi dejó de interesar por el materialismo de los tiempos, ya que tan sutil y elevada ligereza del lenguaje parece haberse quedado prehistórica ante la desmotivación de la gente. En cuanto al teatro, hay que estar bien centrados y amar mucha esta actividad para permanecer en ella, pues la magia del cine y del video lo va desplazando. Así como aún se presentan espectáculos hermosos, interesantes y creativos, hay muchos otros que rebajan a la gente y la envilecen; porque la baja calidad de ese dramatismo deprime, martiriza al espectador. Igualmente sucede con los videos, plagados de crímenes, vulgaridad y violencia; por lo tanto, más vale apagar el televisor que otra cosa, si hay la suficiente fuerza de voluntad para ello.

En este fin de ciclo donde todo está tan contaminado, predominan la degeneración y el caos creados por múltiples personalidades humanas a través del tiempo, lo cual se ha convertido en una gigantesca acumulación de efluvia muy difícil de evitar; por lo tanto, toda la humanidad está perturbada por ella.

Esa dualidad en la creación de las dos polaridades con predominio de lo oscuro se advierte en la danza, el baile y en toda actividad artística. ¿Por qué? Pues así sucede porque el otro polo ha contaminado mucho al mundo a través del poder económico y del materialismo; y el arte es un don divino que deriva de una profunda vocación del ser.

La elevación y embellecimiento también puede ser a través de los deportes cuando están bien dirigidos y aunque la competencia impere, si prevalece el sentimiento de hermandad y unión, el deseo de superarse y triunfar. Como instrumento del bien, el deporte es capaz de rescatar a delincuentes marginales y muchachos de los barrios pobres para que surja lo mejor de ellos, hacerlos responsables, buenos ciudadanos. Porque todo tiene dos caras, dos ángulos, está siempre la posibilidad de elevarse a las alturas o hundirse en los abismos. Siempre se puede elegir entre el bien y el mal uso.

La sensibilidad que sugiere o el interés económico que acapara y esclaviza. Para el logro del necesario equilibrio, la superación ha de combinarse con el amor y la voluntad en acción, cualidades muy necesarias.